La muerte es un estado imaginario,
no creo en ella, no hay confianza entre nosotras,
pues la he burlado numerosas veces.
No porque quisiera vivir.
Hay decisiones que algunos seres no pueden tomar,
la de vivir y la de morir.
Vida y muerte.
Ellos son los notables, los efímeros.
Nosotros somos su némesis,
en su final, presentamos nuestro prefacio.
Sé cómo es volar, y caer en la profundidad.
Caer, caer, caer.
Volar, volar, volar.
Estoy aquí para hacer formular preguntas infinitas.
Volaré gritando "¡INFINITO!"
Porque soy inmortal.
No por mi legado, tal vez por las letras que me apropio.
Yo, nosotros, sí decidimos vivir o morir.
Nos llaman de muchos modos,
sólo uno es apropiado.
Los otros no nos entienden,
en su espiral de colores vivos (muertos)
no advierten los colores muertos (vivos).
Ellos vivirán y morirán cuando así los disponga...
¿El destino? ¿La muerte? ¿"Dios"?
Como quieran llamarlo, es irrelevante.
En cambio,
viviremos o moriremos
eternamente.
Depende de nosotros.
Bienvenidos a la Sociedad de los Eternos.
En un laberinto caminas sin rumbo y a menudo tienes la sensación de ya haber pasado por una determinada zona, tal vez sí pases dos veces por el mismo sitio, sin notarlo, porque cambias la manera de observar cada pequeño detalle. Dentro del laberinto te mantienes pensativo, silencioso, en busca del camino adecuado. He allí el por qué de "taciturno". En este blog te encontrarás sumergido en un laberinto que tiene etapas, guerras en su interior y cambios constantes, entre otros sucesos.