Nadie se queda conmigo, me descartan si no les soy cómoda. Prefieren no tener cerca ideas como yo, ideas reales, ideas sinceras, son las que menos duran. De todas formas no adhiero a lo permanente, me asfixia. Soy como esa idea que surgió en el fondo del pozo y fue útil hasta salir de ahí. Soy de las ideas que cuesta, más bien que no se pueden, retener. Una idea puede implantarse en tu mente como una enfermedad, y crecer; no soy ese tipo de idea, o nunca quise serlo. Pero hay ideas que te dan nociones diferentes de la realidad, que te mueven. No soy una idea estática y definitiva, lamento si es lo que buscabas. De hecho, soy esa idea que ves pasar, que no sabés muy bien por qué aparece, que está siempre en el límite entre existir o desaparecer.
A veces las ideas se vuelven reales, no (me) pasa a menudo. Quizás por eso viajo de mente en mente hasta que suceda. Tampoco me quedo mucho cuando eso sucede. No sé por qué y no sé si me voy a quedar alguna vez.
En un laberinto caminas sin rumbo y a menudo tienes la sensación de ya haber pasado por una determinada zona, tal vez sí pases dos veces por el mismo sitio, sin notarlo, porque cambias la manera de observar cada pequeño detalle. Dentro del laberinto te mantienes pensativo, silencioso, en busca del camino adecuado. He allí el por qué de "taciturno". En este blog te encontrarás sumergido en un laberinto que tiene etapas, guerras en su interior y cambios constantes, entre otros sucesos.
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