Mis nudos se cierran sobre tu tráquea
y sentís la presión en tus costillas.
No existe el veneno,
lo que te paraliza es el miedo.
Sí soy desconocido, y probablemente doloroso.
Tu vista se nubla,
el exceso de adrenalina y estrés
te tienen listx para salir corriendo,
pero el miedo te ciega y congela.
Hasta ahora estuve inmóvil observándote.
¿Qué te volverá más locx,
la incertidumbre de mi quietud
o la certeza del sufrimiento por venir cuando comience a avanzar?
No me precipito, quiero que disfrutes de este ansiado encuentro.
Salgo despacio, podés observar en mayor detalle mi rostro,
que no es más que que lo que tus ojos temen ver.
Aquel temor al que no le pusiste nombre jamás,
será presentado con sublime exactitud.
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