Todos creemos que nuestras palabras tienen valor, pero no es así. Es la interpretación individual la que otorga el sinificado, y cuya importancia está dada por las diferentes maneras de completar dicha acción o la falta de interés en ello.
Cada vez que hablamos, hay miles de interferencias que se interponen entre el interlocutor y el emisor. Y aunque no existieran, tampoco hay manera de asegurarse la correcta absorción efectiva de la intención esperada que palabras dichas sugirieron.
En un laberinto caminas sin rumbo y a menudo tienes la sensación de ya haber pasado por una determinada zona, tal vez sí pases dos veces por el mismo sitio, sin notarlo, porque cambias la manera de observar cada pequeño detalle. Dentro del laberinto te mantienes pensativo, silencioso, en busca del camino adecuado. He allí el por qué de "taciturno". En este blog te encontrarás sumergido en un laberinto que tiene etapas, guerras en su interior y cambios constantes, entre otros sucesos.
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