En el medio de aquel mundo dos páginas vacías estaban, nade las había notado.
Se descubrieron juntas, aunque creyeron que de un reflejo se trataba.
El mundo no hubiera llegado a comprender, ya que ambas estaban a sus espaldas, invisibles a sus ojos.
Compartiendo todo, fueron uno.
Y, como unidad, razgaron el papel creyéndose en soledad.
Ardieron, junto con sus mundos.
Quizás nunca sabrán que no existen los espejos.
En un laberinto caminas sin rumbo y a menudo tienes la sensación de ya haber pasado por una determinada zona, tal vez sí pases dos veces por el mismo sitio, sin notarlo, porque cambias la manera de observar cada pequeño detalle. Dentro del laberinto te mantienes pensativo, silencioso, en busca del camino adecuado. He allí el por qué de "taciturno". En este blog te encontrarás sumergido en un laberinto que tiene etapas, guerras en su interior y cambios constantes, entre otros sucesos.