lunes, 6 de julio de 2015

   Nuestra vida es una eterna espera cuyo fin nunca llega, simulamos ser aquello que deseamos y hasta fallamos en llevar a cabo esto, vivimos siendo manejados por los hilos que crearon nuestros antepasados, por lo mencionado y por demás factores puedo afirmar que la naturaleza de la vida es abominable.
   Otorgamos un número a cada momento que pasa; pero si los números no existen, ¿es real aquel momento? Ya pasó, se escapó de entre nuestras manos sin que lo hayamos percibido siquiera, nunca volverá. Por eso hay quienes se empeñan en repetir siempre las mismas acciones, ¿no? Para simular que su vida tiene algún sentido cuando, verdaderamente, no lo tiene. 
   Somos marionetas participando de una estúpida obra sin trama ni final, manejados por diferentes entidades que jamás han visto ni un títere. 
¿Es posible escapar? 
   Admito que ciertas veces huyo a una suerte de País de las Maravillas, donde me siento real. Sé que es efímero, sé que pasará tiempo hasta volver a ver al conejo blanco, pero eso justamente es lo que los titiriteros no pueden quitarme: Mi anhelo, mi esperanza, mis conocimientos. ¿Acaso la libertad se encuentra allí? 
   Se creen dueños de mi libertad. Desde el comienzo ya están errados al afirmar con total seguridad la existencia de dicho término en la realidad. Así que lamento tener que informárselos, no son dueños de nada. También son marionetas, marionetas de sus propios deseos, de sus impulsos. Roza lo absurdo dirigirse a alguien indefinido, aunque de todas formas nunca nuestro interlocutor es absolutamente auténtico. Demasiadas vueltas, demasiados pensamientos, será mejor que vuelva a mi caja antes que mi titiritero note que corté mis hilos.

domingo, 5 de julio de 2015


Así nos sentimos frente a un otro ciertas veces, por debajo de él, encadenado a comunicarle nuestras intenciones, a dar explicaciones, a no dañarlo utilizando la mentira como herramienta cuando es "necesario".
Qué diferente me siento frente a los otros, pero he de reconocer que algún otro me hace sentir real, no como los otros.
Aunque, si no estamos con un otro, ¿qué nos asegura que estamos existiendo? Un hecho aislado no presenta fuentes seguras que lo atestigüen.
Nadie escucha cuando un árbol cae y se destruye en la soledad, sus semejantes carecen de oídos. 
Cuántos árboles vemos que no ayudan usando esa carencia como excusa.
Y cuántos terminan caídos por ser empáticos, también los hay que dejan caer sus hojas, pero sin moverse.