domingo, 29 de septiembre de 2019

Lloré porque leí algo horrible,
porque no pude demostrarme
que podía salir.
Lloré por no sonreír al ver imágenes
que otros días me hicieron feliz.
Lloré porque la cuenta de mis días buenos fue esta vez la que perdí.
Lloré porque detesto necesitar algo.
Lloré porque les preocupó si comía sano.
Llorar no siempre está mal,
hasta puedo asociar el llanto a placer y felicidad.
Pero el llanto negativo y los domingos, no es algo que quisiera combinar.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Hedonismo terminal.

Creo que en gran parte me gustaba nuestra forma de coger
porque lo hacíamos como alguien que se está muriendo.
Y nunca había tenido sexo con alguien
que tiene la fecha tan cerca.
Descubrí que yo soy un poco así,
hago las cosas sabiendo que puedo morir pronto. Sé que puedo.
Me gustan las personas con las que podemos coger como si nos estuviéramos muriendo.
Ésa es mi manera de disfrutar.
No necesito una enfermedad para eso, pero una me enseñó cómo hacerlo.
Hay personas y momentos que las acompañan donde lo hacen para pasar el tiempo,
sin ningún placer extra más que el orgánico.
Con otras personas (y momentos) cogemos con un virtuosismo indescriptible, sensaciones irreproducibles en el lenguaje,
sin tiempo percibido ni siguiendo mandatos,
sólo el hedonismo y la empatía presentes
dentro de esa desnudez total
y vulnerabilidad que compete el sexo percibido de esta forma.
Como moribundos.
Hay veces que ni la genitalidad es captada igual.
Sólo hay cuerpos que comparten piel, no partes determinadas.
Adoro a las personas con el talento de sentir así,
esos momentos son la eternidad positiva,
se desea permanecer en ese estado
donde el tiempo no se siente pasar.


Un poco eso es la muerte, ¿no?