sábado, 5 de abril de 2014

No tienes poderes sobre mí. Capítulo 5.

       De repente, un espejo de dos metros de altura se materializó en la pared situada frente al gusano, a espaldas de Lilith. Ésta no notó tal cambio hasta que alguien habló.
       -No recuerda haber estado, insecto estúpido. Además, ella no es Sarah.
       Al escuchar a su Rey, la criatura azul se deslizó lo más rápido que pudo a su hogar. Tal vez la próxima vez consiga que la niña acepte su invitación.
        Lilith volteó despacio, intentando adivinar con quién se enfrentaría. No lo reconoció. Supuso que sería Jareth, pero aquel que estaba frente a ella no coincidía en nada con la descripción que Toby le había brindado de él, que era como lo veía su hermana. Este hombre era mucho más sombrío. Su derredor era el espejo que había aparecido, en éste se reflejaba todo de una manera escalofriante, manchas de lo que parecía sangre se escurrían en el reflejo de la pared de donde provenía el gusano. El Rey de los Gnomos resaltaba con su palidez en el oscuro lugar, vestido con un sobretodo largo de terciopelo negro y unos pantalones de cuero del mismo color. Su abrigo estaba cerrado, a Lilith le resultaría imposible saber si llevaba una camisa o algo por el estilo, pero siguió recorriéndolo con la mirada. Él, con sus ojos del color de la noche, hizo lo mismo, sólo que con un aspecto más hipnótico. Quedó fascinado con la belleza de la chica que tenía delante. «Es perfecta.»
       -Eres tú, el Rey de los Gnomos...- A Lilith se le vino a la mente que Sarah se había enfrentado con aquel mismo hombre que tenía delante, sólo pensó en la hermana de Toby y todo el misterio que la enmascaraba- ¿Qué le hiciste a...?
      Jareth, desviando sus ojos de los labios rojos de su interlocutora situándolos en los ojos de la misma, esbozó una sonrisa y respondió.
     - ¿A Sarah? Oh, querida cosa preciosa, lo que le ha pasado se lo hizo ella mismo, tentada por sus "amigos".- Pronunció la última palabra como si se tratara de un insulto.
       Lilith no confiaba en él, y no dejaba de expresarlo en su rostro. Pero algo en él le causaba una extraña atracción.
       -¿Por qué estoy aquí?
       -Entra en el espejo.-Dijo el Rey, ignorándola.
        La muchacha se incorporó. Miró hacia sus costados, el espacio entre el infinito y ella se empequeñecía.
        -Salta dentro del espejo, mi pequeña Alicia.
         Las palabras resonaron en su cabeza, y Lilith recordó unas en particular que denotaban un detalle interesante.
         -¿Qué es eso de que yo "ya he estado" aquí y no lo recuerdo?
         -De ese lado te resultará imposible saberlo, ven conmigo. De todos modos, esto no es más que un sueño, ¿verdad?
       «Era cierto, debí de haberme dormido y no dejar de pensar en Sarah habrá producido esta pesadilla. Pensar en...¿Quién?»El Laberinto había empezado a corromper los pensamientos de Lilith.

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