lunes, 6 de enero de 2014

Casi cadáveres.

Recuerdo esos ojos como si los hubiera visto cada vez que me he mirado en el espejo. Toda la inocencia mezclada con el sentido de la realidad, el socorro. Nuestras miradas se cruzaron a través del vidrio y las maderas (Cada una en su propia cárcel) durante tan sólo unos segundos, fueron suficientes para que unas lágrimas recorrieran mi rostro en busca de su inminente suicidio llevado a cabo en mi mentón. No se han inventado palabras para describir su mirar, y aún así no serían suficientes para ello.

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