viernes, 31 de enero de 2014

No tienes poderes sobre mí. Capítulo 4.

      Debido a la fuerte tormenta que se desató, Lilith tuvo que quedarse en la casa de su amigo, se iría cuando pudiera trasladarse sin dificultad, pero dormiría allí esa noche. Sus familias no tendrían problema, ya que se conocían hace tiempo.







      La muchacha abrió los ojos, estaba vestida al estilo gótico, acorde al lugar donde se encontraba. Miró alrededor y vio una pared cubierta por enredaderas, en su espalda se hallaba una igual y a sus costados un largo pasillo que parecía no tener fin.
Esa muchacha, Lilith, se puso de pie. En cuanto lo hizo escuchó una vocecita que le habló.
-Aló- dijo la voz.
Lilith bajó la vista hacia el lugar desde donde provenía el saludo. Sólo había un gusano azul, igual al que se describía en “Laberinto” y semejante al pequeño uno de los peluches que había visto la vez que Toby le mostró la habitación de Sarah; aunque no había entrado y la observó desde la puerta, ella había captado cada detalle del cuarto. 
Más tarde, se daría cuenta de que, de hecho, todo lo que estaba viendo se asemejaba al libro o a algo que poseía la hermana de su amigo.
-¿Dijiste “hola”?
El gusano abrió más sus ojos color lapislázuli.
-No, dije “aló”, pero se parece.
-¿Dónde estoy?- Preguntó la joven de vestido negro, al parecer, el único ser humano que habitaba allí.
Ella se agachó a la altura del extraño insecto azul y lo miró con el ceño fruncido.
-En el Laberinto. ¡Has pasado por aquí hace tan sólo un momento! Ibas camino al castillo y me pediste indicaciones. ¿Recuerdas que rechazaste la invitación que te hice para tomar el té y conocer a mi esposa? Espero que ahora la aceptes.-La criatura miró extrañada a la muchacha. «¿Por qué había vuelto?»
-¿”Hace tal sólo un momento”? ¡Nunca antes había estado aquí!
Los momentos tenían otro significado, el cual Lilith no notó. En el Laberinto, la medida de tiempo no se mide como en el mundo real, se mide en momentos. El gusano no había notado que, desde la última vez que alguien había caminado por allí, habían pasado quince años. Parece ilógico no darse cuenta de semejante obviedad. Pero allí, nada es lo que parece. Lilith debería recordar la frase "no dar las cosas por hecho".

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